Lisboa no solo se asemeja a San Francisco por los puentes rojos que salvan sus aguas, también por la obsesión sísmica, obsesión cargada de razones históricas. En 1755, la capital portuguesa fue destruida por un seísmo seguido de maremoto e incendios y dos siglos después sufrió la misma tragedia la ciudad americana. Desde entonces, ambas se preparan para que no se repita el desastre.
La instalación constará de cuatro sirenas de aviso, audibles en toda la bahía, dos centros de control, con posibilidades de extensión si así lo exige, red de comunicaciones y la integración en el sistema ya instalado en Cascais.
La empresa española deberá desarrollar todos los estudios acústicos del área y la evaluación técnica de los locales que propondrá el AML y que deberá cubrir 18 municipios del área metropolitana.
La urgencia previsora de los regidores municipales no es un capricho, como se ha visto recientemente; también los científicos alertan que Lisboa, más pronto que tarde, sufrirá un terremoto seguido de tsunami.
José Luís Zêzere, investigador del Instituto de Geografía y Ordenamiento del Territorio, anunció el pasado año que Lisboa tendrá otro desastre como el de 1755, una fecha negra en la historia de Portugal. Fue también en esos tiempos cuando la ciudad renació gracias al marqués de Pombal, que dio nombre a la arquitectura pombalina.